El botulismo es una intoxicación causada por la neurotoxina botulínica, producida, principalmente, por la bacteria Clostridium botulinum. Se encuentra entre las intoxicaciones alimentarias más graves por los humanos. Al mismo tiempo, es una de las enfermedades que afecta de forma más significativa a las aves migratorias, especialmente acuáticas y limícolas, afectando cada año a miles e incluso millones de individuos de muchas especies diferentes. Las especies abundantes y ampliamente distribuidas seguramente soportan bien las bajas por botulismo, pero un solo brote puede tener consecuencias graves por la viabilidad de aquellas especies en peligro o con una distribución reducida.
Cuando las esporas de C. botulinum presentes al sedimento de las lagunas se encuentran en las condiciones idóneas se produce el desarrollo de la bacteria, que puede llegar de forma directa a las aves que se alimentan filtrando el sedimento, o bien a partir de vectores que acumulan la toxina botulínica. Durante los brotes de botulismo las mayores concentraciones de la toxina se encuentran en los cadáveres de pájaros previamente afectados, puesto que se dan las condiciones óptimas porque crezca la bacteria (alta temperatura, ausencia de oxígeno y materia orgánica). Los invertebrados que se alimentan de estos cadáveres acumulan la toxina, que al dispersarse actúan de vectores hacia las aves que se los comen. Estas, al ingerirlos se intoxican y mueren, generando un nuevo sustrato en el cual se desarrolla otra vez C. botulinum y su toxina. Así el ciclo se retroalimenta, hasta que las condiciones ambientales dejan de ser favorables.
Las condiciones porque se desarrolle C. botulinum en el sedimento son, principalmente: carencia de oxígeno, elevada temperatura, pH entre 7,5-9, potencial redox negativo y un aumento de materia orgánica. Uno de los factores más importantes es la temperatura elevada, que aparte de ser necesaria para que se multiplique la bacteria, puede afectar los anteriores parámetros químicos del agua, con un efecto en cadena debido al incremento de la descomposición de materia orgánica, que tiene un efecto sobre el pH y disminuye el oxígeno disponible y el potencial redox.
El primer brote de botulismo al Parc Natural dels Aiguamolls de l’Empordà ocurrió en 1998, desde entonces ha habido 6 brotes importantes. Los que afectaron más pájaros y de más especies diferentes, fueron los dos primeros, en 1998 y 1999, con 945 y 698 pájaros afectados, respectivamente.
En el caso dels Aiguamolls de l’Empordà, los factores que parecen haber desencadenado las condiciones idóneas para el desarrollo de C. botulinum son diversos. En primer lugar hay que destacar los factores ambientales, relacionados con las condiciones meteorológicas, tanto en el momento del brote como de los meses previos. En este estudio hemos visto que, a pesar de que no hay una relación significativa entre temperatura, precipitación y la aparición de los brotes de botulismo, sí que estos factores parecen tener una gran importancia en el aumento del riesgo de que se produzcan los brotes. Así, los años cálidos y secos, en los cuales disminuye el agua de las lagunas y, por lo tanto, también disminuye el nivel de oxígeno, son susceptibles a sufrir un brote. Los años en que se han dado estas condiciones, pero que no se han dado casos de botulismo, es probable que se haya podido evitar gracias a la gestión que se ha hecho del agua o a la influencia de otros factores. De todos modos, tampoco se puede pretender tener un control absoluto sobre el riesgo de botulismo y de hecho, algunos autores ya dicen que algunos brotes de botulismo pueden ser simplemente imprevisibles.
Otros factores de importancia capital son los parámetros químicos del agua. Als Aiguamolls de l’Empordà, la alteración del régimen hídrico natural y el artificialización de este, puede haber comportado un aumento de la concentración de nutrientes y materia orgánica dando lugar a un aumento de eutrofia. La sobre inundación durante las épocas anteriores a los primeros brotes podría haber conducido a un incremento de la materia orgánica y de los nutrientes al agua. Por otro lado, una de las zonas más susceptibles a sufrir casos de botulismo es el Sistema d’Aiguamolls Construïts de la EDAR d’Empuriabrava, donde en verano hay un notable incremento de la carga de nutrientes, que pueden también traer la eutrofia y la bajada de oxígeno del agua.
El motivo que puede haber generado un brote de botulismo puede ser en realidad una interacción de múltiples factores, compleja y difícil de determinar, a pesar de que se evidencian un conjunto de variables sobre los que hay que estar especialmente alerta.
Finalmente, hemos visto que tanto la gestión preventiva, como la correctora de los brotes de botulismo es muy compleja e implica toda una serie de pros y contras que hay que poner sobre la balanza a la hora de implementarlas. De entrada, la conservación de aves es un elemento clave en este parque natural, pero también es importante la conservación del resto de especies animales y vegetales del sistema de humedales, así como el funcionamiento hídrico característico de los sectores que se mantienen más naturales de este sistema.
Es evidente que los brotes de botulismo pueden tener una gran afectación en cuanto a mortalidad de aves, un efecto muy visible que manifiesta una pérdida muy notoria y que puede tener efectos importantes sobre algunas especies escasas. Pero hay que tener en cuenta que la aplicación de las medidas preventivas de secado durante periodos demasiado prolongados, también comportan un perjuicio importante en en cuanto a fauna y flora, que a menudo puede ser mucho más grave a pesar de ser menos visible. Así, alargar los periodos con agua de algunos sectores, si está disponible y sin alterar de manera importando el ritmo natural de la zona, combinado con una buena vigilancia durante el verano podría ser una buena estrategia para evitar los brotes de botulismo, manteniendo los valores de estos espacios por los cuales se han protegido o incluso creado. También hay que tener en cuenta que, como ya se ha mencionado anteriormente, el verano puede ser el reflejo de la gestión que se ha llevado durante todo el año, de forma que conviene evitar llegar en verano con concentraciones elevadas de nutrientes a los sectores más sensibles.
Aún así, hay que tener muy presente, que al encontrarnos en una región mediterránea donde los veranos son calurosos y secos, la gestión del agua se convierte en una tarea todavía más difícil. No siempre es posible crear alternativas con agua muy oxigenada y la mayoría a veces disminuye el nivel de agua de tal manera que es imposible volverlo a recuperar con agua de calidad. Por eso es clave que, en determinados lugares, se esté especialmente alerta para mantener y alargar los niveles de agua conseguidos durante la primavera y evitar que una bajada repentina no se pueda recuperar hasta el otoño.
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